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GLORIA EN LAS ALTURAS, Y CUENTAS EN EL BCP

Cuando queda claro que los políticos son solo la cara visible de la corrupción

El país necesita urgente la regulación de los conflictos de interés en las votaciones parlamentarias. Una reforma y un reto para el nuevo congreso a elegirse.

por Frank Edgar NAKer

Publicado: 2019-11-20

¿Cuáles son las personas que tienen mucho poder y quienes, sin embargo, no deben tal poder a la voluntad popular? La respuesta es muy simple: los banqueros, los grandes empresarios, los millonarios que viven en un mundo dibujado por las curvas de las grandes finanzas en donde las vidas de las personas no son más que meros datos estadísticos. Sus ideólogos suelen acusar a los marxistas de querer reducir al individuo a ser un esclavo de sociedades igualitarias en donde no se respete su individualidad; cuando en las altas finanzas, irónicamente, tal individualidad queda reducida en la práctica a un punto en la curva de la elasticidad de un producto, a un mero consumidor, o una cifra del subempleo. La búsqueda de un rostro humano dentro de este modelo económico es un atentado, dicen, contra un bien común. Un bien común que suele ser repartido entre muy pocos. Y estos pocos, buscan a seres apocados que sean funcionales a que ese bien común se siga distribuyendo de la misma manera.

Es aquí en donde se alquilan y se compran voluntades de quienes debieran velar por los intereses de la sociedad, de quienes debieran legislar que tal “bien común” no sea un patrimonio exclusivo y excluyente. Es aquí en donde entran en escena los “apocados”. Ante la inevitable acumulación de poder que genera una sociedad de corte capitalista donde pocas personas tienen este poder, el estado y sus políticos deberían tener la misión de controlar el ejercicio del mismo, de tal forma que este no sea perjudicial para la sociedad en su conjunto. La democracia en nuestras sociedades tiene el deber de homologar los derechos y deberes de sus ciudadanos, y al hacerlo evitar que los intereses particulares de unos se impongan sobre los demás. Y por eso, nuestros políticos deberían (y deben) ser los guardianes de tal misión. Ese es su deber moral.

Pero, ya lo debe estar imaginando usted estimado(a) lector(a) a esta altura: los políticos y los apocados suelen ser sinónimos en este esquema. Ello no excluye que existan políticos honestos y empresarios con sensibilidad social que no ejercen su poder de manera indiscriminada, pero estamos viendo que aquí en el Perú, esa no es la norma.

la beneficiaria y la prisionera de sus actos. foto: la vanguardiua

No es la primera vez que el nombre Dionisio Romero aparece en una abierta relación con el fujimorismo. Dionisio Romero padre no solo tiene su respectivo vladivideo, sino que fue él quien prestó su avión personal a Vladimiro Montesinos para que este delincuente huyera a Panamá el año 2000. Ahora vemos como el grupo Credicorp Ltd, a cargo de Dionisio Romero hijo, suelta tranquilamente 3’650,000 de dólares para sostener la candidatura de la heredera del fujimorismo, el mismo movimiento político que confabulaba con el padre. Uno estaría tentado a decir que la amoralidad y la idiotez se hereda. Pero no es el caso. Existe una comunidad de poderes y de intereses que explica la actitud inmoral. Un conjunto de valores que es aceptada y ejercida por esta "gente decente".

Los usos de la política lamentablemente han normalizado las dádivas, y al hacerlo abren las puertas de la corrupción en donde la gran empresa se siente con derecho para comprar votos en el congreso, o ministros, o funcionarios de alto nivel, alcaldes, gobernadores, jueces, fiscales, etc. por lo que cuesten sus “servicios”. Un pollo a la brasa, unas entradas al mundial o 3 millones de dólares garantizan lealtades según el nivel de los funcionarios. Thomas Edgar, un inmigrante que llegó al Callao en el siglo XIX, solía decir que detrás de cada hombre rico hay seis hombres pobres. Usando la misma lógica anarquista habría que preguntarse: ¿Detrás de cada hombre rico hay un ejército de desposeídos y corruptos? ¿Funciona realmente así?  

No necesariamente. Pero es evidente que existe una relación causal de la pequeña a la gran coima. Por ello, la corrupción que viene desde abajo se retroalimenta en nuestras altas esferas para ser devuelta amplificada en forma de prebendas, favores… o tapers.

copia del testimonio de dionisio romero paoletti en donde reconoce la entrega de los maletines de dinero. fuente: la república.

No nos engañemos con las pueriles excusas del peligro chavista (usada por el señor Romero Paoletti) cuando ese mismo banco saludaba con entusiasmo al gobierno militar peruano que terminó inspirando al gobierno de Chávez, ni con el legalismo que no sancionaba los aportes de campaña el 2011. Nadie les puso un revólver en la cabeza en 1974 para saludar a Velasco. Y el candidato Humala no les puso un cañón al frente de su precioso banco con una amenaza de expropiación. La “hoja de ruta” y el comportamiento conservador del señor Humala habría sido suficiente evidencia para que, supuestamente, las esferas más educadas de nuestra sociedad no se dejaran llevar por rumores y sus prejuicios de clase. Una supuesta defensa patriótica no tiene porque encubrir intereses evidentemente particulares.

Pero, en las actuales circunstancias, existen movimientos políticos que alientan los miedos de esta “gente decente” y los aprovechan a su favor. Los apocados tienen su gran expresión política en el fujimorismo que se autoerige como una fuerza de contención contra las amenazas que puedan corromper este status quo de prebendas y corrupción alimentando los miedos, tanto en empresarios, como en el pueblo, a los que se le agitan los espantapájaros de la marea roja. En un lado ganan mucho dinero, y en el otro los votos. 

El miedo no puede ser excusa para la conducta reñida con la ética, ni para el voto irresponsable. Cientos de litros de leche Gloria y 200,000 dólares no van a blanquear la conciencia lechera de Vito Rodríguez. Una chequera del BCP no va a hacer que la inmoralidad se descuente en cuotas. La clase alta empresarial peruana no puede venir a darnos lecciones de conducta limpia con maletines llenos de billetes de 100. Ni ellos, ni sus tristes voceros. Los aportes de campaña constituyen, en este caso, atentados contra la democracia al romper el principio de igualdad de competencia y querer doblar la voluntad popular con introducción de dinero. O, nuevamente, con tapers.

Fuente: teletón facebook

El fujimorismo no sería posible si no existiera esta clase empresarial que la condona y la apaña. 3’650,000 dólares para Keiko es una gran diferencia respecto a 100,000 dólares aportados para la Teletón. Hasta para fingir solidaridad, estos fulanos son realmente muy malos.



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