A casi tres semanas de la disolución del Congreso ejecutado por el poder ejecutivo, luego del rechazo de la cuestión de confianza por 80 votos de parte de los legisladores y continuar con la elección de miembros del Tribunal Constitucional a como diera lugar, las últimas municiones del aprofujimorismo se destinaron a tratar de hacer válida la elección del señor Ortiz de Zevallos Olaechea, abogado sin experiencia constitucionalista y primo del ex presidente del congreso Pedro Olaechea (¿alguien dijo nepotismo?), a este tribunal con el evidente objeto de defender sus propios intereses que iban desde el tratar de invalidar la disolución del legislativo, impedir las elecciones de enero próximo, hasta causas particulares como el habeas corpus de Keiko Fujimori, o los intereses que giran alrededor de los bonos por la reforma agraria.

Los miembros del Tribunal Constitucional no avalaron la elección del señor Ortiz de Zevallos como miembro. Era evidente que su elección se produjo en medio de un escándalo que iba desde su postulación a última hora, sin contrastar sus credenciales ni antecedentes, hasta la votación misma en medio de una sesión caótica con dos impugnaciones aún no resueltas. El poco prestigio que podían tener tanto el postulante y el ex presidente del congreso quedó absolutamente de lado, para jugárselas el todo por el todo, de manera tan abiertamente naranja, con tal de hacerse de una nueva rendija de poder que les permitiera palanquear y revertir la situación que los ha llevado a su propia autodestrucción.

Una maniobra definitivamente desesperada.

Muchas lecciones nos van a quedar a los peruanos luego del 30 de setiembre del 2019. 

Pero el 17 de octubre, hay que recalcarlo, ha sido un gran día por ser el final de los estertores del aprofujimorismo. Un Tribunal Constitucional que no se ha dejado imponer ante la prepotencia del ex presidente del congreso quien, atribuyéndose una función que no le correspondía, tuvo el descaro de querer, incluso, decidir no solo quien debía entrar, sino, quien debía salir del TC, perpetrando así una abierta usurpación de funciones. Cuando la comisión permanente del congreso concluya sus funciones en febrero, la Fiscalía de la Nación debería, de oficio, iniciar un proceso en contra del señor Olaechea apenas se venza su inmunidad parlamentaria.

Pero la batalla no solo se ganó ante el TC. IDL Reporteros nos dio la noticia de las confesiones del señor Luis Nava, ex secretario de la presidencia de la república durante el gobierno del señor Alan García, quien reveló que el señor Jorge Barata le pagaba directamente miles de dólares llevados a Palacio de Gobierno en unas “loncheras” cuyos contenidos oscilaban entre los 60 mil y 100 mil dólares. Considerando que Nava no era un funcionario cualquiera, sino un hombre de absoluta confianza para el finado ex presidente, quien incluso pasó cárcel por ser corresponsable en la quiebra de Mutual Perú durante el primer gobierno de García, y que -emulando el estoicismo de Agustín Mantilla- nunca incriminó a su jefe, le valió el reconocimiento público del partido aprista en una ceremonia dirigida por el propio García. La compañía “Transportes Don Reyna”, propiedad de Nava e hijo, e inflada por capitales de Oderbrecht, fue el hilo que descubriría su calidad de testaferro y que condujo a la frustrada detención del ex presidente quien terminó por suicidarse. Ante la desaparición del beneficiario de los sobornos, Nava ha comprendido que ya no había mayor razón para su silencio. Por lo que la confesión que ha roto su estoico silencio es, de por sí, un hito en el caso García que ha terminado por confirmar lo que a todos los peruanos nos parecía obvio: las manos sucias de este narcisista y egocéntrico político que pasará a la historia como uno de los personajes mas nefastos en la vida pública republicana. Pasamos del “enano perinola”* a “loncherita García”. 

Los hermanitos también tuvieron lo suyo al recibir de la fiscal de la nación, Zoraida Ávalos, la noticia de que ellos no podían destituir al fiscal que los estaba investigando, Pablo Sánchez. En una maniobra burda, los fiscales supremos de la junta de fiscales, Pedro Gonzalo Chávarry, Tomás Aladino Gálvez y Víctor Raúl Rodríguez Montesa, decidieron entre ellos destituir a quien había conducido un año de investigación y 20 folios de evidencia en contra de estos funcionarios relacionados directamente con la banda de los “cuellos blancos”. Basta recordar como Chávarry asaltó su propia oficina, violando los sellos lacrados, forzando para ello a cómplices quienes ya han confesado el hecho, y todo ello filmado ante cámaras de video ubicadas en el Ministerio Público. El congreso archivó en junio de este año, de manera escandalosa, toda esta evidencia y terminó blindando a este fiscal supremo. Ahora seguirán siendo investigados, y con el futuro nuevo congreso, seguramente destituidos y arrestados.

Por último, el “mudo” Castañeda tiene las horas de libertad contadas al haberse descubierto esta semana los aportes (léase sobornos) de OAS al ex alcalde de Lima, utilizando de testaferro la universidad Telesup (esa institución trucha, que ha conseguido una cautelar trucha en Bagua para seguir funcionando) propiedad de José Luna Gálvez ex secretario general de Solidaridad Nacional y actualmente poseedor de la franquicia electoral Podemos Perú, un partido con una inscripción dudosa ante la ONPE. Su caso constituye un espejo (cohecho) frente al caso Villarán, por lo que la restricción de salida del país será, seguramente, el preludio a su calidad de futuro reo.

Por lo que vemos, amigos Nakers, esta ha sido una mala semana para la corrupción, y nos permite ver con cierto optimismo las elecciones que se avecinan en enero. Pero no nos confiemos. Es absolutamente seguro que muchos nuevos corruptos están al acecho y van a tratar de ganar escaños en el siguiente parlamento. Muchos partidos de dudosa reputación (Perú Podemos, Vamos Perú, Fuerza Perú, etc.) ya han anunciado su próxima participación, junto con los responsables de la debacle congresal como el fujimorismo (Fuerza Popular), Alianza Para el Progreso, Acción Popular, etc. Debemos de hacer campaña para que estos partidos sean repudiados en las urnas. 

Y de ello trataremos de ello en un próximo artículo.

*El "enano perinola" era el sobrenombre de le puso Manuel González Prada a Nicolás de Piérola.