Cuando Tenemos Que Salir a las Calles
La necesidad que los ciudadanos tenemos de tomar las calles cuando nuestra democracia está en juego.
El tomar las calles como docencia política
Las polarizaciones nunca son buenas. Llevan a la quiebra del diálogo y el entendimiento. Podríamos pasar muchos artículos y estudios para tratar de explicarlos, pero perderíamos la visión de lo urgente. Y estamos ante una situación de emergencia.
Entre todos nosotros, entre quienes son nakers o no, podemos discutir de todo. Incluso podemos estar a contracorriente de la opinión pública en cuanto a las decisiones que tomamos. Pero, a diferencia de otros colectivos, nosotros procuramos dar la bienvenida a las disidencias porque ello constituye la esencia de la democracia.
En momentos como este, cuando las diferencias entre quienes creemos firmemente que el fujimorismo es una amenaza no solo a nuestro sistema democrático sino también a la convivencia armónica entre peruanos, estas se hacen pequeñas y superfluas. Debemos tener claras algunas cosas:
En primer lugar, la intolerancia es dañina. Si uno cree tener razones válidas, uno no trata de imponerlas sino de exponerlas. Lo contrario es hacer lo que hace precisamente el fujimorismo (o sus "líderes de opinión" más connotados): apabullar con prejuicios y falsas correlaciones tanto para imponerse como para autoafirmarse. Si somos verdaderos nakers, debemos de tener eso bien en claro y tener una práctica tolerante y docente. Muchas personas son fujimoristas básicamente por no tener suficiente información. Debemos proporcionar esa información a ellas. Es obvio también que en el camino nos encontraremos con quienes confunden razones con emociones. Los devotos y los fans no pueden cambiar.
En segundo lugar, tenemos derecho a indignarnos, no a odiarnos (como falsamente sostiene Aldo Mariategui en su artículo del lunes pasado). Y la indignación es legítima cuando sentimos que nuestros principios han sido vulnerados por mezquindades de la gente con poder. No existe una entidad del estado que la canalice, ni un colectivo social que tenga la patente sobre la necesidad de expresarla. Cuando la gente reclama de manera abrumadora no hay más que acudir a ese reclamo.
En tercer lugar debemos de decir que la defensa de la democracia nos está llamando hoy. Es verdad que muchos de nosotros optamos por quien hoy tiene el cargo de Presidente de la República, pero eso nunca significó darle un cheque en blanco ni una lealtad a ciegas. Y seguramente, dentro de la lista de continuas decepciones que hemos tenido a lo largo de estos años algunos argumentarán, de manera malintencionada, que la opción contraria era la mejor. Es el sofisma de quienes quieren aprovechar la desilusión para vendernos el revisionismo que dice que las cosas iban bien antes bajo una dictadura cleptómana. En este largo y oscuro túnel en el que se encuentra nuestra democracia hay que seguir soñando con algo mejor, hay que seguir tratando, hay que seguir luchando. Sin ese esfuerzo difícilmente tendremos un mejor país.
Hoy sábado 16 de diciembre del 2017, los peruanos de buena fe saldremos a las calles para hacerle el pare a una representación política que ha hecho de la falacia y la arbitrariedad una moneda de uso corriente en nuestra nación. Hoy más que nunca debemos decirles a los representantes de lo peor de nosotros, que no la van a tener fácil, que no nos van a amedrentar (como lo hace querido hacer con los fiscales), que no cedemos en nuestros principios ni aunque nos "aumenten a 500", ni por un taper.
Hoy celebremos nuestra democracia en las calles.