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Tiene que haber mano blanca detrás de esto

Cuando el antifujimorismo es tan contundente que, a criterio de algunos opinólogos, sólo puede estar dirigido por una élite.

Publicado: 2017-07-08

Hoy, el columnista de opinión del diario El Comercio, Carlos Meléndez, se dedica a deslegitimar al antifujimorismo que casualmente ayer viernes 07 de julio salió a las calles, atribuyendo su liderazgo a cierta élite limeña. Siendo sábado de flojera, leímos su columna y nos permitimos completar la información que maneja el politólogo del Decano.

Empieza por relegar el motivo de la marcha (el indulto) a la categoría de “chisme”, y establece una comparación falaz de este “rumor” de indulto con la volada que en marzo de 2015 (sic) anunciaba un golpe militar de Ollanta Humala. Volada que rebotó el mismísimo editor del Peru21, y que le granjeó el ridículo por unos días. Tenemos recuerdo aquel rumor de golpe, pero lo ubicamos hacia setiembre del 2015, como confirma este video del editor de Peru21 defendiéndose. 

Detalles aparte, la comparación entre el rumor de golpe de Humala y el indulto de PPK es falaz, porque en el caso de Humala no hubo aval de algún pronunciamiento oficial, a diferencia del indulto 2017, cuya posibilidad el presidente Kuczynski ha abierto en varias declaraciones a la prensa desde lo declarado al semanario británico The Economist, cuando dijo “el momento de hacerlo (indultar) es ahora” o para practicar nuestro inglés, “The time to do it is about now”. 

O como el reciente “no sería indulto, sino perdón médico”

El columnista estira la lógica para culparnos incluso del logro del indulto, al proponer que por pronunciarnos en contra, lograríamos una “profecía autocumplida” de indulto. Muy creativo.

También culpa al antifujimorismo de crear una “narrativa del chantaje naranja y la debilidad presidencial”. <sarcasmo> Naturalmente, el problema del Gobierno de PPK radica en articular la palabra chantaje, y no en las censuras a Ministros y las constantes obstrucciones que la mayoría Fujimorista, de hecho ejecutan con entusiasmo</sarcasmo>. Para Meléndez, la bancada de Cecilia “ahora ya saben con quién se meten” Chacón hace menos daño al Poder Ejecutivo que los ciudadanos cuando pronuncian las frases fatales “chantaje naranja” y “debilidad presidencial”. Nos imaginamos que Meléndez nunca ha podido jugar “bloddy Mary” frente al espejo. 

Esta parte había que citarla: 

Dicho influyente sector se guía por venganza política –diferenciándose de a quienes los motiva el dolor del familiar desaparecido o la convicción de la causa cívica– e intenta reescribir la historia acallando sus fallas de clase. Por su recalcitrancia los reconocerá. Quien hoy muestra sensibilidad por las mujeres esterilizadas contra su voluntad quizás nunca le dio la mano a un quechuahablante. Quien hoy acusa memoria histórica de los asesinatos de Barrios Altos no llega a Jr. Áncash ni con GPS y no sabe qué es organizar una pollada para sobrevivir. Quien condena los abusos de militares montesinistas en los Andes pertenece a la argolla de escritores criollos. En su rechazo al fujimorismo, deslizan su desprecio racial y clasista, entreverando una falaz superioridad moral.

Vaya. Hay tantos errores aquí que no sé por dónde empezar. Ya: Meléndez afirma que no nos motiva el dolor de las víctimas sino la venganza política. De hecho, la marcha de ayer fue convocada, entre los principales, por los familiares de las víctimas, quienes de hecho encabezaron la caminata y al término de ésta, tomaron el micrófono para pedir al Presidente, no traicionarlos desconociendo las sentencias de juicios que tanto dolor, resiliencia y paciencia les tomó esperar y seguir hasta, al fin, ver justicia.

Ahora ¿fallas de clase? Señor Meléndez, si usted se refiere a algunas personas en particular, que sí las hay, que pronuncian un discurso progresista mientras que en su día a día se contradicen y son tan despectivos, clasistas y discriminadores como cualquier radical de la ala política opuesta, desde aquí coincidimos con usted, denúncielos. Dedíqueles una columna, diríjase a ellos por sus nombres. Pero no nos confunda. El colectivo No a Keiko y el antifujimorismo en general se compone de personas de diferente tendencia política (o sin ella), diferente posición económica, ocupación, entorno social, etc. Sólo nos une el hartazgo, la indignación. Las ganas de no dejarnos tomar el pelo nuevamente por esa asociación lícita para delinquir que fue el fujimorismo de los 90s, que ahora pretende regresar con una apariencia más moderada, pese a contar con los mismos asesores y operadores de antaño.

Como anécdota, todos en No a Keiko sabemos llegar al jirón Áncash sin GPS. Pero para precisar al Sr. Meléndez, la masacre de Barrios Altos fue en el jirón Huanta, la calle que quien escribe caminaba a diario para llegar a su colegio estatal de primaria ubicado frente a la Plaza Italia. Ah, y por supuesto las polladas no eran ajenas al barrio. Sólo que nunca logramos recaudar fondos suficientes como para financiar una campaña presidencial, ojalá Keiko nos compartiera el Know-how.

Acaso la superioridad moral y el desprecio racial y clasista del que usted habla son, mas bien, una proyección de sí mismo que nos atribuye a nosotros. Por la facilidad con la que desconoce que los marrones, de NSE bajo, de barrio popular, no tenemos la capacidad de liderar el antifujimorismo y mover a gente indignada como nosotros a través de las redes sociales, y cuando hace falta, también en las calles.

Insisto, no nos confunda con algún/a conocido/a suyo, que jamás “han dado la mano a un quechuahablante”. Por cierto, como si con ello se trocaran de inmediato en plurales y diversos. Como si los peruanos quechuahablantes fueran una especie de talismán que legitima por contacto al progresista.

Es desafortunado el momento que usted elige para denunciar la hipocresía de cierta élite limeña que quizá conoce de primera mano, justo al día siguiente de una manifestación multitudinaria encabezada por los familiares de víctimas y organizaciones populares. Peor aun, que usted implique que el antifujimorismo está dirigido por dicha élite. Las redes sociales han dado a la gente común un poder que antes sólo estaba reservado a los dueños de las líneas editoriales de diarios y medios de radiodifusión. Ahora la gente común tiene los medios para convocarse y movilizarse, pese a que a cierta pléyade de columnistas ello le parezca increíble.


Escrito por

No a Keiko

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