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La nueva escopeta de dos cañones

Cómo librar una guerra de baja intensidad en tu partido con esta arma

Publicado: 2017-03-13


"La política, el liderazgo político en el mejor sentido de la palabra, no es nada en sí mismo si no se halla al servicio de una causa. Cuando se busca el poder sin una causa que lo trascienda es soberbia, un narcisismo sin límites que ya no sabe dónde detenerse, que de pronto llega sin advertirlo a justificar las mayores atrocidades en la necesidad política". 

Esto lo firmó Kenji Fujimori el domingo pasado en la página de opinión de "El Comercio". Más allá del ejercicio ocioso de discutir sobre si es o no el autor intelectual de la nota (lo articulado del pensamiento expresado lleva a muchos a pensar de esa manera), lo dicho allí no deja de ser cierto. 

Efectivamente, hasta podría pasar por un diagnóstico opositor a su propia tienda política, ya que este párrafo describe certeramente lo que es la entraña del fujimorismo: la búsqueda del poder a toda costa sin considerar el precio; en este caso, el blindar a sus aliados ideológicos. 

Esta suerte de confesión de parte del menor de los Fujimori ante un evidente encubrimiento contrasta tremendamente con la actitud del Consejo Directivo del Congreso de mayoría fujimorista, con casos como el de Moreno en el Ministerio de Salud (en el que muy prestos acordaron realizar una investigación a pesar de que ya existía una en el Ejecutivo y otra en el PJ). 

Ello nos señala, como bien apunta el diario "El Comercio", la existencia del doble estándar que Fuerza Popular aplica a sus acciones políticas. Y esto es denunciado desde dentro... ¡por una de sus principales figuras! No es poca cosa.

Es obvio que la unidad monolítica que presentaba la bancada como imagen de solidez y poder político, a estas alturas, ya no es tal. Como dijimos aquí la semana pasada, ni bien Kenji saltó, los congresistas fujimoristas comenzaron a hacerlo también (insistimos, por la tercera ley de movimiento de Newton), mostrando arrepentimiento público por lo que habían hecho. 

Porque, en este tema espinoso, ellos votaron en bloque y no por conciencia, contrario a lo que había prometido Keiko durante la campaña (ver nuestra nota del viernes pasado). Y esto incluyó a congresistas que habían pedido investigación para este caso, como Úrsula Letona, quien luego votó en contra de su propio pedido. ¿No que tenían libertad individual para votar, como ofreció Keiko en abril del 2016?

Por conciencia habría actuado el mismo Kenji (a pesar de las quejas del inefable señor Tubino) hace tres años al haber participado en la campaña Parejas Imaginarias. Él argumentó una supuesta liberalidad en las decisiones e ideario de los fujimoristas. 

En aquella oportunidad, el inefable señor Tubino tuvo que tragarse su homofobia y respetar la decisión de una persona contraria a su posición, solo por el hecho de que ostenta un mayor poder dentro de su partido. Porque para el inefable señor Tubino, lo que es válido para su jefe es absolutamente inválido para sus adversarios. 

Sino, lean el tuit del domingo pasado: "Los niños bien de la caviarada peruana fueron abusados por este DEPRAVADO. Eso NO hay que INVESTIGARLO? Solo SODALICIO?", lo que constituye, aparte de una falacia retórica, un insulto a cualquier víctima de los sodálites al pretender relativizar sus acciones ante el consejo (su negativa a investigar), haciendo una comparación non sequitur con sus rivales para justificar su voto.

Lo del martes pasado, con el archivamiento del pedido de investigación de parte del Consejo Directivo del Congreso, fue una muestra de poder ante un opositor político: Alberto de Belaunde, donde no se tuvo consideración de si la causa era justa. La búsqueda del poder nunca entra en esas mínimas consideraciones.

Pero siendo novatos en el arte de la "escopeta de dos cañones" (patentada ya anteriormente por un venerable partido político nacional), la jugada les salió como un disparo a los pies. Ello ha revelado un cisma que existe entre dos vertientes de poder representados por dos hermanos que están dispuestos a enfrentarse en orillas opositoras para acumular fuerza en sus respectivos campos.

¿Cómo explicarse entonces que el benjamín de los Fujimori levante su voz de protesta en este momento, y no haga lo mismo en otros encubrimientos flagrantes de su partido como sus parientes prófugos, esterilizaciones forzadas o la retórica antigay de muchos de sus congresistas? (recordando su participación en Parejas Imaginarias). 

La respuesta: el timing político. Es obvio que el golpe que ha dado Kenji no ha sido dirigido para fuera de su tienda, sino lo contrario. Es una prueba de ejercicio de su propio poder. De allí a creer que existan de su parte intenciones renovadoras dentro del fujimorismo es tan ingenuo como quienes creyeron en un momento dado en el discurso de Keiko dado en Harvard durante la campaña pasada. Pura mascarada.


Escrito por

No a Keiko

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