¿Por qué el Fujimorismo sí tiene parte en el escándalo Odebrecht?
El ciclo de vida de las operaciones de Obebrecht en Perú también incluye el decenio fujimorista, por lo que aún es muy pronto para que los voceros naranjas funjan de moralizadores en el escándalo que por ahora incluye a Toledo, García y Humala.
El escándalo que remueve a los sectores políticos y empresariales latinoamericanos, Lava Jato, tiene como principales protagonistas a las empresas Odebrecht, OAS, Camargo Correa, entre otras y consiste en un esquema sistémico de sobornos para ganar concesiones en obras de ingeniería de gran envergadura.
Odebrecht inició sus operaciones durante los últimos años del gobierno militar, en 1979 con la construcción de la central hidroeléctrica Charcani V en Arequipa. Es decir, la empresa tiene mas de 37 años operando en el país.
El escándalo de corrupción "Lava Jato" -en portugués, lavado a chorros o lava auto, ya que fue a partir de una lavandería de autos que se descubre este esquema- consiste en el desvío de fondos estatales de la empresa estatal Petrobras para la concesión de obras de ingeniería de envergadura.
Si bien el caso tuvo un espectacular destape a partir de marzo del 2014 cuando se detienen a 24 personas en Brasil, entre ellas el contrabandista Alberto Youssef (lavado de dinero); fue el arresto de Paulo Roberto Costa, un alto funcionario de Petrobras, lo que comenzó a dar la pista de la corrupción partiendo de la relación entre ambos detenidos. Esto llegaría hasta el arresto y condena de la cabeza máxima de la empresa Odebrecht: Marcelo Odebrecht.
Los esquemas de corrupción no nacen de la noche a las mañana. Suelen tomar muchos años para lograr tejer redes de confianza y seguridad para que estos delitos no sean detectados mientras se ejecutan.
Los esquemas de corrupción no nacen de la noche a las mañana. Suelen tomar muchos años para lograr tejer redes de confianza y seguridad para que estos delitos no sean detectados mientras se ejecutan. Es así que este sistema ha operado en nuestro país en forma de sobornos, muchas veces pagados en efectivo, sin dejar rastros, o a través de intermediarios.
Lo que se sabe hasta ahora, por investigaciones cruzadas entre el poder judicial brasileño y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, es que se habrían pagado sobornos durante tres gestiones gubernamentales peruanas: las de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala por 29 millones de dólares. Y esto dentro de un esquema de sobornos a nivel latinoamericano que llega hasta los 788 millones de dólares. Se ha revelado aquí que existió un soborno específico de 1.4 millones de dólares en el rubro de transportes y comunicaciones en el año 2008 para la firma de un contrato del 2009 que le permitió a la empresa una ganancia de 400 millones de dólares. Salta a la vista la correlación que existe entre este dato y la firma por la construcción de la Línea 1 del metro en el 2009 durante la gestión de Alan García.
Pero lo que se sospecha es, ya sea debido a la magnitud de los sobornos y la extensión de sus influencias, que la historia delictiva de la empresa vaya mas allá de lo descubierto hasta ahora. Como mencionamos anteriormente, un esquema de corrupción de semejante magnitud toma años para construirse.
Se han hallado documentos que ya hablan de sobornos efectuados durante la ejecución de Chavimochic, una obra adjudicada en 1988, en el primer gobierno de Alan García. Poco después, durante los diez años del régimen fujimorista, la empresa ejecutó 30 obras (6 privadas y 24 públicas). Hay que anotar que las adjudicaciones de obras públicas fueron hechas de manera directa, sin concesiones (es decir, cobraron inmediatamente con la ejecución de las obras). Ya en 1999 durante la construcción de la obra Proyecto Especial Rio Cachi en Ayacucho se realizaron pagos adicionales no previstos en el contrato inicial, por un total de 225,000 soles de la época.
Ello nos lleva a inferir que las prácticas de corrupción de Odebrecht eran habituales en las adjudicaciones de obras desde antes del periodo contemplado por el Departamento de Justicia norteamericano (2005-2014), específicamente, los indicios fijan como inicio el año 1988; por lo que las investigaciones deberían incluir al primer gobierno de Alan García y a ambos gobiernos de Alberto Fujimori.
Por ello, las poses de fiscalización del fujimorismo no son creíbles. Para muestra, recordemos cómo en el año 2000, con Fujimori aún en el poder, la fiscal suiza Cornelia Cova descubrió 140 millones de dólares en cuentas de Vladimiro Montesinos producto de sobornos en compra de armamentos (¡3 veces y media mas que todas las coimas denunciadas en el caso Lava Jato!) . O cómo Fujimori mismo se allanó declarándose culpable del pago irregular a Montesinos de 15 millones de dólares por su CTS (¡Mas de la mitad de todos los sobornos de Lava Jato!).
Es obvio que a estas alturas muchos de los delitos de corrupción que pudiera haber cometido Odebrecht en los años del fujimorismo ya pueden haber prescrito. Pero no existe prescripción moral para quienes hoy en día pretenden dar lecciones de ética apelando a la falta de memoria y de escrúpulos que existen como grandes males en nuestra sociedad.