Que no vengan con el cuento de que aún no tenía la mayoría de edad. Que no vengan con esas absurdas ideas que como menor estaba al margen de lo que pasaba realmente en su seno familiar. En marzo de 1992, Keiko Fujimori Higuchi iba camino a cumplir los 17 años, edad suficiente como para tener un raciocinio y juicio personal, edad suficiente como para darse cuenta de que su madre estaba siendo torturada. Sin embargo, escogió estar al lado del torturador, su padre, el condenado y reo Alberto Fujimori.  

Keiko no hizo absolutamente nada, no respetó a su madre ni se preocupó, y sí que la desprotegió, permitiendo que su padre se salga con la suya y quedándose callada, al igual que sus hermanos, cuando informaban en la prensa inmunda, comprada por su padre y Vladimiro Montesinos, que su madre estaba loca. Y encima aceptó el cargo de Primera Dama del Perú una vez divorciados sus padres en 1994, cuando ya tenía 19 años.

Hace 22 años, en marzo de 1992, Susana Higuchi denunció que familiares de Alberto Fujimori robaron ropa donada del Japón para los necesitados del norte peruano. Por esta denuncia se le privó de su libertad y fue torturada. Susana Higuchi fue valiente, se la jugó y apostó por la verdad, a pesar de generar, sin desearlo, la inestabilidad de su hogar y de sus hijos. Así lo hizo. En cambio su hija Keiko no soltó una sola palabra a favor de su madre, hasta el fin de su cargo como primera dama en el año 2000.

Hay muchas cosas que son imperdonables en la vida de un ser humano, entre ellas ignorar el dolor de la propia madre. Es lo peor que alguien puede hacer y permitir. No cabe duda, que al igual que su padre, Keiko Fujimori ya tenía pensada su incursión política desde aquel lejano 1994, contra todo pronóstico y a costa de todo, sin que nada la detuviese, sin que nada le importara.

Es una obligación ver los siguientes videos que demuestran lo dicho: 

La lucha de Susana Higuchi:

Susana Higuchi es internada en la Clínica San Lucas: